martes, 25 de agosto de 2009

Ampliaciones y reducciones

Ampliar o no la Carrera Oficial es tema de ocupación y preocupación de los Ayuntamientos de Sevilla desde hace varias legislaturas. Ampliar, pero cómo... Y por dónde ampliamos... Y con qué criterios... Abierta o solapadamente los diferentes gobiernos que en la ciudad se suceden han llevado o llevan en sus programas esa deseada y tan temida ampliación.
Cambiar las cosas en Sevilla es harto complicado. Cualquier iniciativa, y más en el mundo de la Semana Santa, que consigue sucederse dos años consecutivos se convierte, la convertimos, en tradición. Sevilla, o más bien los sevillanos, somos tendentes a inventar las tradiciones. Y en Sevilla una tradición roza la categoría de canon, medida de las cosas y cuya 'esencia', cierta o no, cuesta no poco esfuerzo cambiar. La Semana Santa ha vivido durante generaciones sin ese recorrido oficial. Y la Campana, ese epítome del mundo cofrade donde la mayoría de las cofradías realizan su 'estación de penitencia', tampoco lo ha sido, como nos gusta decir, de toda la vida. La Carrera Oficial empezaba en la confluencia de Sierpes con Cerrajería y Rioja. Sin embargo todos creemos que la Carrera Oficial existe tal cual desde que Sevilla es Sevilla.
¿Que implicaría la ampliación de la Carrera Oficial? ¿Más sillas? ¿Más dinero a repartir? ¿Más seguridad? ¿Cuáles son las razones que priman sobre las demás? Posiblemente todas y ninguna.
Si bien hace unos años desde el Ayuntamiento se apuntaban razones sociales, de dar cabida a unas sillas o unos abonos populares para que los menos favorecidos pudieran presenciar la Semana Santa igual que los demás, ahora se apunta al tema de la seguridad y de las normas que rigen los espectáculos públicos. Se ha planteado la reducción (con lo que implicaría esa reducción para los abonados) del número de sillas, en torno a las siete mil, por razones de seguridad o quizás como forma de presión para que se realice la ampliación como el Ayuntamiento la plantea. Si fuese por razones de seguridad habría que tomar otra serie de medidas que no procede referir ahora pero que serían de muchísima utilidad y los ciudadanos agradecerían sin duda.
Y a todo esto, qué pinta el Consejo de Cofradías. Yo la verdad no lo tengo muy claro, no sé exactamente hasta dónde llegan sus atribuciones y funciones. Pero lo que es peor, ni el mismo Consejo ni su Presidente creo que lo tengan. La institución de la calle San Gregorio, como algunos periodista cofrades les gusta referir, lleva muchos años esperando una reforma de sus estatutos que no acaba de llegar, sin unas funciones claramente definidas en muchas ocasiones, sin unas atribuciones ejecutivas claras en muchos aspectos y sin fuerza en otros muchos en los que se esperaría que se escuchara su voz. De ahí que sus mismos responsables muchas veces se tengan que dedicar a realizar comentarios, como se suele decir, políticamente correctos y sin intención de mojarse... Y muchas veces porque no saben hasta dónde se pueden mojar ya que no saben si el charco es suyo o no lo es. Se dice que se está trabajando en esa reforma, pero en el anterior Consejo también se estaba haciendo. Y los resultados siguen sin llegar, con un Consejo cuya principal función y casi única realmente práctica es el reparto de las subvenciones.
Las finalidades de la ampliación pasan por lo que se apunta por el tema social, el pecunario pues ampliaría la subvención que se recibe y posiblemente quienes las reciben y la seguridad entre otros aspectos.
Pero, ¿por dónde se debe ampliar? Por delante, por detrás. Ayuntamiento y Cabildo Catedral discrepan en esto. Los criterios que deben primar son los sociales (estos creo que fueron en su tiempo más populistas que reales), los de seguridad que tan volubles son o los crematísticos... que al final estoy convencido que serán los principales. Y es que a la postre muchas de la hermandades dependen de esa subvención, no solo para realizar la estación de penitencia sino que alguna incluso para que la hermandad se sustente durante el año. Y eso sin querer entrar en más problemas como qué hermandades y en qué proporción se debe repartir esos ingresos que generan las sillas de la Semana Santa. Y me temo que todo volverá a quedarse en humo.


Pido disculpas al autor por no poder citarlo ni decir de dónde tomé la foto.